En cierto modo, los hombres y mujeres somos iguales.
No hay necesidad de llegar a extremos, al igual que la mujer sufre, se ilusiona, se enamora, confía, ríe y llora… los hombres también pasan por eso. Puede haber quien lo dude, y que cuestionando estas palabras prefiera creer lo contrario, que por su mala experiencia con los hombres, se atreva a decir que todos son malvados, crueles, irascibles, creídos y machistas…
Pero no sería correcto condenar a todos los hombres por aquellos que te trataron mal; si bien es cierto que habrá muchos más con dichas características negativas, no se les puede poner a todos en el mismo saco. Hombres y mujeres todos somos seres humanos, podemos tener las mismas virtudes y los mismos defectos. Los humanos somos imperfectos, únicos y diferentes unos de otros. Así como hay hombres que le hacen la vida desdichada a las mujeres, también hay mujeres
Las malas experiencias provocan odiar
El odio y el rencor envenenan el alma, nos roban momentos de felicidad y provocan daños en la salud. Pero si a alguien vas a odiar, odia a quien personalmente te dañó, a quien con tus sentimientos jugó, a quien la vida te destrozó… no seas extremista y odies a todos los hombres por igual.
Tanto hombres como mujeres, somos compañeros de vida y también en muchas ocasiones somos compañeros del mismo dolor.
La mujer que ha sufrido maltrato, desprecio, ofensa, traición o vejación no es porque se relacionase con un hombre, sino que fue con el hombre equivocado.
Di adiós al causante, no al género del causante.
Mujer, si un hombre no te trata con el respeto que mereces, déjalo ir, no vale la pena seguir con él, pues tarde o temprano te hará sufrir. Ese hombre no te conviene, hay más como él, pero también otros diferentes a él.
Las mujeres están capacitadas para recuperarse de las caídas, por duras que éstas puedan ser. Culpar a todos los hombres por igual es no levantarse ni recuperarse para ver el mundo real, aquel en que hombres y mujeres pueden llevarse bien.
Mujeres y hombres, no abramos brechas entre nosotros, al contrario unámonos cada vez más.
Dejemos en el pasado nuestros miedos y la ignorancia de temer y vernos los unos a los otros como enemigos, pues no lo somos. Ambos somos humanos y nos necesitamos unos a los otros.
Autor: J.L.
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