Después de una lágrima y una sonrisa, de un momento de felicidad…
Después de una caída o de una dejadez…
Después de todo, aún queda algo.
Queda la satisfacción.
Sí, la satisfacción de lo aprendido.
La satisfacción de haber conocido a personas que ya no están junto a ti, pero que dejaron una huella en ti.
La satisfacción de haber aprendido y perdonado cuando ya no hay nada más que hacer.
La satisfacción de haber descubierto tu potencial, pero sin dejar lo mas importante atrás.
La satisfacción de vivir una vida que se va en cuestión de segundos… y que esos segundos estén
llenos de felicidad, de aprendizaje, de ocio, de reír, de llorar, de caer y de levantarse para hacerlo mejor.
Y es que, las personas, los momentos débiles, los momentos felices, los que se fueron de tu corazón y los que hoy permanecen… todos aportan algo a tu vida.
Nos queda el haber vencido a nuestros miedos y no temer, el sacar lo que llevamos dentro y el ser capaces de romper barreras.
Vivir, sí… haciendo lo que nuestro corazón desee, pero sin jugar con los valores que nos formaron, sin traicionar quienes somos.
Vivir agradecidas a Dios por cada día que nos da.¸