Si te pones a coleccionar heridas eternamente . . .
Imposible atravesar la vida . . .
sin que un trabajo salga mal hecho,
sin que una amistad cause decepción,
sin padecer algún quebranto de salud,
sin que un amor nos abandone,
sin que nadie de la familia fallezca,
sin equivocarse en un negocio.
Ese es el costo de vivir. Sin embargo lo importante no es lo que suceda, sino, como se reacciona.
Si te pones a coleccionar heridas eternamente sangrantes, vivirás como un pájaro herido incapaz de volver a volar.
Si te pones a coleccionar heridas . . .
Uno crece. . . cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe.
. . . cuando acepta la realidad y tiene aplomo de vivirla.
. . . cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.
. . . asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.
. . . cuando supera, se valora, y sabe dar frutos.
. . . cuando abre camino dejando huellas, asimila experiencias. . . ¡Y siembra raíces!
. . . cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes, cuando cumple con su labor.
. . . cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento. . .
¡Y humano por nacimiento! . . . .
. . . cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas. Recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.
. . . cuando se es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse, con residuos de flores… ¡Y de encenderse con residuos de amor . . . !
. . . ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe.
. . . cuando se planta para no retroceder . . .
. . . cuando se defiende como águila para no dejar de volar . . .
. . . cuando se clava como ancla y se ilumina como estrella.
Entonces . . .
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