Saturday, February 08, 2014

Hoy dios secara tus lágrimas

Hoy Dios, secará tus lagrimas que refleja el dolor, tristeza y decepción que aflige tu vida, corazón y alma.

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En la vida pasamos por momentos difíciles que a lo mejor dejaron una herida profunda en tu corazón, puede ser que tú no tuviste el amor de un padre o una madre ni estuvo contigo en los momentos que más lo necesitaste o la necesitaste, puede ser que tu familia te dio la espalda en un momento determinado, puede ser que tuviste problemas con una persona por la cual sentías un cariño especial y que sin duda te afectó mucho, puede ser que te traicionó quien menos te lo esperabas y eso hizo que en tu corazón quedaran partículas de resentimiento, o puede ser que no tuviste una infancia agradable. Hay tantas circunstancias en la vida que pudieron marcar de una manera profunda nuestros corazones, y es que hay heridas que sólo Dios puede sanar pero que también depende de ti para que esto ocurra por que muchas veces no dejamos que nuestro Dios actué.
Hay momentos en los que vienen a tu mente esos recuerdos desagradables que viviste y que provocaron esa herida tan difícil de sanar, y es que no se por qué los seres humanos tenemos esa mala costumbre de recordar lo pasado, de empeñamos en traerlos a nuestro presente pues no nos dejan ser del todo felices.
Pero Dios te dice en esta hora que no importa que tan profunda haya sido esa herida que aún esta ahí y que por tanto tiempo te ha estado lastimando. Porque este día viene a ti para consolarte, para sanarte, para liberarte, para llenarte y para que tú puedas sentir ese amor único y especial que sólo Él te puede dar.
Dale la oportunidad a Dios de que sane tu alma por completo y ya no sientas más esas heridas que tanto mal te han hecho hasta el día de hoy.
Oración: Señor Jesús, este día vengo a ti para decirte que tengo una herida que no me ha dejado vivir en paz por mucho tiempo, reconozco que Tú eres el único que puede sanarme pues Tú eres todopoderoso, creo en tu poder y en este día me presento delante de Ti con el deseo y el anhelo de recibir sanidad para mi alma declaro que vas a llenarme por completo con tu amor. Amén...

Cargando el pasado

Dos hombres iban caminando por el campo, al acercarse a un río se encontraron con una mujer que quería cruzar al otro lado, pero que no sabía como hacerlo, ya que no había ningún puente. El primer hombre se ofreció amablemente: –Si quieres podemos llevarte en brazos hasta el otro lado del río; y ella aceptó agradecida su ayuda.
Así que los dos hombres entrelazaron sus manos, la levantaron y la llevaron hasta el otro lado del río. Después de seguir sus caminos, uno de ellos de pronto se quejó amargamente; –¡Mira mi ropa! –dijo. –Está toda sucia de barro por haber cruzado a esa mujer, la espalda me duele y me siento muy cansado.
El otro hombre simplemente sonrió y asintió con su cabeza. Más adelante, el segundo hombre se quejó nuevamente, ya no puedo seguir adelante, me duele todo, todavía siento el esfuerzo, dijo.
El primer hombre miró a su compañero, que ya estaba en el suelo quejándose y le dijo:
–¿Te has preguntado por qué yo no me estoy quejando?, te lo diré: La espalda te duele, porque todavía estás llevando a la mujer en tus brazos, pero yo la bajé apenas cruzamos el río.
Así es como somos nosotros. Llevamos las cargas del pasado sobre nuestros hombros. Ponemos una caja llena de odios, frustraciones, resentimientos, envidias, celos y muchísimas cosas más que, con el pasar de los años, se hace más pesada, hasta que un día, como el hombre de la historia, nos duele hasta el alma por el tremendo esfuerzo.

Friday, February 07, 2014

Acuérdate de mi

Gustavo regresaba a su casa en su automóvil. Era un día frío, gris y lluvioso y de pronto vio a una señora anciana con su auto al lado de la carretera. Inmediatamente se dio cuenta de que la anciana necesitaba ayuda.

Estacionó su viejo Pontiac delante del Mercedes de la anciana y se acercó tosiendo. A medida que se acercaba era más evidente que la señora tenía problemas.

Desde el punto de vista de la anciana, el hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, tal vez podría tratarse de un delincuente, pero en su situación, no tenía demasiadas opciones. Había estado allí por más de una hora y nadie se había detenido para ayudarla, así que, no había nada que hacer, estaba a su merced.
El hombre parecía muy humilde y hambriento y aunque aparentaba calma, Gustavo pudo percibir en la anciana cierto temor y preocupación. Así que tomo la iniciativa y dijo: Si me lo permite puedo ayudarla, señora entre en su vehículo y así estará protegida de la lluvia. Mi nombre es Gustavo, añadió, y gracias a Dios sólo se trata de un neumático desinflado. Voy a repararlo en poco minutos.

Y así Gustavo empezó a trabajar. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventanilla y comenzó a conversar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí y que no sabía cómo agradecerle.

Gustavo sonreía mientras cerraba el baúl del coche y guardaba las herramientas.

Al ver que ya había terminado, la anciana le preguntó cuánto le debía, pensando que cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, y que quizás hubieran pasado cosas terribles de no haber contado con su gentileza.

Él no lo consideraba un trabajo, ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares. Gustavo estaba acostumbrado a vivir así. Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada y se despidió.

Había sido un día frío, pero sentía calor en su corazón, reconfortado y feliz por haber ayudado a su prójimo. Subió a su coche y siguió su camino.

Unos kilómetros mas adelante la señora divisó una pequeña cafetería. Pensó que sería muy bueno quitarse el frío con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje. Se trataba de un pequeño y viejo local, en el que había una vieja registradora muy parecida a las que conocía de su juventud.

Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa, a pesar de las muchas horas de trabajo.

La anciana notó que la camarera estaba embarazada, más o menos de unos ocho meses, pero que su situación no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo, gente que tiene tan poco, puede ser tan generosa con los extraños, y entonces se acordó de Gustavo.

Al terminar su café, pidió a la camarera la cuenta y pagó con un billete de cien dólares. Cuando la joven regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Intentó alcanzarla, pero al correr hacia la puerta vio en la mesa un trozo de papel escrito, cuando lo tomó se dio cuenta de que era una nota y cuatro billetes de cien dólares.

Al leer la nota, sus ojos se llenaron de lágrimas: Esto es un regalo para ti, hace muchos años estuve en tu misma situación. Hoy alguien me ayudó como ahora lo estoy haciendo por ti. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer: No dejes de ayudar y ser de bendición para otros con amor y desinteresadamente.

Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella. ¿Cómo sabría ella las necesidades que tenía con su esposo?, los problemas económicos que estaban pasando, y más ahora con la llegada del bebé...

Era consciente de cuán preocupado estaba su esposo por todo esto. Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído: Todo va a estar bien... te amo Gustavo.

Secretos para el alma

Camina alegre entre el ruido y la prisa, pensando en la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto sea posible y sin renunciar a tus convicciones, mantén buenas relaciones con todos.
Escucha con atención a los demás, aun al que te parece torpe e ignorante, porque toda persona tiene un valor incalculable. Aléjate de las personas negativas, ruidosas y agresivas, porque te pueden contagiar su mal espíritu.
Si te comparas con los demás puedes caer en el orgullo, o el desánimo, porque siempre habrá quien te supere y quien tenga menos cualidades. Disfruta de tus éxitos y agradécele al Señor por todos ellos.
Céntrate en tu profesión, porque es un regalo de Dios y un verdadero tesoro. Allí están tus futuros triunfos.
Sé prudente en tus negocios, el mundo está lleno de engaños y peligros, pero tampoco andes dudando de todo y de todos, hay más personas buenas de las que tú crees. Acepta con respeto el consejo de aquellos que tienen muchos años, pero escucha también con interés la opinión de la juventud, lo viejo y lo nuevo junto, aportan sabiduría.
Cuidado con demasiada soledad, demasiada fatiga o demasiado afán. Muchas angustias y enfermedades vienen de estos tres excesos. Procura estar en paz con Dios, vivir en paz con tu prójimo y conservar la paz de tu alma, esto te ayudará a ser plenamente feliz.

Thursday, February 06, 2014

Cada uno da lo que tiene en su corazón

Marita, una joven muy pobre iba a cumplir 15 años y decidió festejarlo e invitar a sus compañeros del colegio. Para esto ahorro dinero por mucho tiempo.
Al enterarse sus amigos de la fiesta, decidieron hacerle una broma.
Dentro del grupo estaba Pedrito, el líder, era el que se divertía mofándose de todos. Les dijo que se encargaría personalmente de preparar el regalo.
Lleno una caja muy bonita con basura y desperdicios mal olientes, la envolvió con papel dorado, le puso un gran moño y una tarjeta con agradables palabras.
Llego la hora del brindis, le cantaron el Feliz Cumple y fue el momento que Pedrito en representación de todos le entrego el regalo.
Marita, que estaba disfrutando la fiesta de una manera increíble, abrió la caja con ilusión delante de los presentes, entonces se encontró con la gran sorpresa. Pedrito y sus compinches se rieron y se burlaron haciendo comentarios desagradables y humillantes.
Sin desdibujarse la sonrisa de su cara, Marita le pidió a Pedrito que la esperara un momento. Ella se retiro por unos minutos de la fiesta, tiro la basura, limpio la caja, la lleno de flores y la envolvió con el mismo papel. Al entrar al salón, todos se quedaron sorprendidos de su actitud.
Fue al encuentro de Pedrito, con mucho cariño y dulzura le dijo: -Este es mi regalo para ti.
Expectantes y en silencio los presentes, pensaron que la devolución de la broma iba a ser más pesada. Este con manos temblorosas, abrió la caja y para su sorpresa, le preguntó: -¿Qué significa esto. A lo que ella le contesto:
«Cada uno da lo que tiene en su corazón»
No te entristezcas con la actitud de algunas personas; no pierdas tu serenidad. La ira perjudica la salud y el rencor envenena el corazón.
Domina tus emociones negativas. Sé dueño de ti mismo. No arrojes leña al fuego de tu frustración. No pierdas la calma. Piensa antes de hablar y no cedas a tus impulsos, por muchas razones que tengas.
«Alimentar el resentimiento, es como aquél que toma veneno y espera que muera otro»
 

Disfruta la vida

Que bello es tener a alguien a quien tú le puedas confiar todos tus secretos.
Que bello es saber callar cuando alguien necesita que lo oigas.
Que bello es oír la sonrisa de un niño mientras juega en el campo.
Que bello es aceptar que fallaste y tener el valor de decir lo siento.
Que bello es disfrutar la vida y no desperdiciarla en vanas preocupaciones.
Que bello es sonreír y mirar hacia delante sin obstáculos y si se presenta uno, 
tener la fuerza de voluntad para decir:
"yo puedo superarlo".
Que bello es luchar por tus ideales aunque estos parezcan difíciles de obtener, recuerda "Solo el que persevera alcanza".
Que bello es tener la mirada puesta en un ideal, sonreír al mundo con sus problemas, guerras, hambre y soledad.
Después de todo, Dios mi creador y tú se preocupan por ellos.
Sonríe al fin y al cabo,  la vida hay que vivirla.
Pero te digo un secreto:
"Vivirla con Dios es mas fácil"
Anónimo
 

Sentencia de divorcio

-Señor Juez, yo creo que es cierto. Así que voy a aceptar la sentencia de divorcio sin ninguna obligación de parte de mi marido hacia mí. Después de todo, yo podría haber sido una mujer profesional e independiente.
-¿Y por qué usted no se convirtió en una mujer profesional e independiente? ¿Hay alguna razón que se lo impidiera? Le preguntó el juez.
-Realmente, Señor Juez, no había ninguna, fueron decisiones tomadas por mí voluntariamente.
-¿Puede ser más explícita y enumerarme las razones que alega?
-Bueno, cuando me casé, yo acababa de graduarme de la secundaria. Mi intención había sido estudiar enfermería, pero no había dinero para pagar los gastos de dos personas estudiando, así que yo le dije a mi esposo que estudiara él y que luego lo haría yo.
-Bien, ¿y qué pasó cuando él se graduó de ingeniero, por qué no estudió usted entonces?
-Pues verá, él me pidió que tuviéramos un hijo, ya que llevábamos cinco años casados y yo accedí a sus deseos.
-¿Y qué pasó después?
-El niño nació, pero mi esposo no quería que lo cuidaran personas extrañas y yo entendí que él tenia razón, pero que con lo que él ganaba no podíamos pagar a otra persona. Así que decidí quedarme en la casa con nuestro hijo.
-¿Y qué sucedió luego, cuando el niño creció, por qué no fue a estudiar?
-Para ese entonces teníamos dos hijos más.
 -¿Dos más?
-Si, porque después de que tuvimos el primer hijo, mi esposo me pidió tener otro hijo, así que tuvimos el segundo tres años después, pero era otro varón...
-¿Y qué tiene eso que ver?
-No, no había ningún problema, estábamos muy felices, pero mi esposo me dijo que para que la felicidad fuera completa, debíamos tratar de tener una niña...
-¿Y entonces por qué no estudió cuando ella creció?
-Porque no había quién pudiera llevar al mayor a las prácticas de deporte, ni a la escuela, pues el autobús los dejaba muy lejos de la casa.
Así que pensando en su seguridad, mi esposo y yo decidimos que yo les llevaría a la escuela y les recogería.
Mi rutina diaria era: dejar al mayor en su colegio, llevar al segundo a la escuela primaria y regresar a casa con la niña para hacer todas las tareas del hogar y preparar todo para la tarde.Después, tenía que ir a recogerlos y dejar al mayor en las prácticas de deporte, mientras llevaba a la niña a clases de ballet.
-¿Entonces, siguió usted retrasando su educación?
-Sí, Señor Juez, pero lo hice de propia voluntad.
-Y cuando sus tres hijos ya no dependieron más de usted, ¿Por qué no regresó a la Universidad?
-En aquel tiempo la madre de mi esposo había enviudado, se enfermó y necesitaba de alguien que la cuidara, así que hablamos del asunto y llegamos a la conclusión que no la íbamos a poner en un hogar de ancianos, sino que la traeríamos a vivir con nosotros.
-¿Y cuánto duró esta etapa?  -Bueno, unos seis años. Ella tenía Alzheimer y como la cuidábamos con tanto cariño, ella vivió más que si la hubiéramos puesto en un asilo.
Aunque un día, después de regresar del paseo que todas las mañanas dábamos por el parque, ella murió.
-¿Y durante todos estos años, había alguien que le ayudara con los niños y su suegra?
-¿Ayudarme...? ¿A qué?
-Pues a limpiar la casa, cocinar… las labores normales de cualquier hogar.
-No, aunque mi esposo ganaba muy buen sueldo, con tres hijos que criar, los gastos de la educación, los gastos de la medicación de su madre y todo, no había suficiente dinero.
Yo trataba de ahorrar, pero claro...
-¿Usted ahorraba...?
-Sí, de alguna manera trataba de reducir los gastos al mínimo, así que en lugar de llevar la ropa de mi esposo y la de mis hijos a la lavandería, la lavaba y planchaba yo en casa.
También yo misma arreglaba el jardín, aunque me costaba mucho, por los problemas de columna, pero siempre hice todo lo que pude para que nuestro jardín estuviera arreglado y hermoso.
-¿Y quién cocinaba, usted?
-Por supuesto, mi esposo odiaba la comida de los restaurantes. Como él tenía que almorzar fuera con sus clientes tantas veces, decía que nada como la comida que yo le preparaba.
-¿Y usted iba a esas comidas con su esposo?
-No, no tenía tiempo... precisamente, fue en una de esas comidas que conoció a Sofía.
-¿Sofía? ¿Quién es Sofía?  Su novia, la joven con quien se va a casar cuando arreglemos lo del divorcio.
-¿Y cómo sabe usted que se va a casar con ella?
-Porque me encontré con ellos en casa de unos amigos comunes el día que estaban dando la noticia de su compromiso.
El Juez se quedó mirando a la mujer y al ex esposo. Se levantó, tomó la carpeta con todos los datos y se retiró. Todos se quedaron mirándose, mientras se sentaban a esperar que el Juez regresara.
Al cabo de unos minutos el Juez entró en la sala, se sentó, abrió una de sus carpetas y dijo:
-Señores he revisado cuidadosamente esta demanda. Y he llegado a las siguientes conclusiones:
El divorcio se le adjudica con fecha efectiva a partir de hoy.
Y su esposo “NO” tiene que pasarle ningún tipo de manutención.
Al oír estas dos decisiones, el abogado y el ex esposo se miraron sonrientes.
Pero el Juez, continuó diciendo:
-La declaro a usted señora, única dueña de la casa, del Mercedes Benz  propiedad de su ex esposo, de la cuenta de ahorros, así como la beneficiaria absoluta de los seguros de vida y planes de retiro de su ex esposo. Además él tiene la obligación de seguir pagando su seguro médico hasta que usted muera.
-Mi decisión se basa en la consideración de que: Sumando los sueldos que usted merece como ama de casa al realizar todas las tareas ya mencionadas y también por todos los cuidados dados a su esposo, hijos y suegra, mi decisión es apenas una retribución parcial de salarios retenidos por los veintiséis años de servicios ininterrumpidos que usted ha prestado.
Como hay que ser objetivos, sabemos que su esposo no podrá cumplir con esta deuda, pero entendemos que pague lo que pague, si bien no será nunca suficiente, por lo menos, será relativamente justo.
Además si usted decide regresar a la universidad a estudiar la carrera que escoja, él pagará por sus gastos de educación, transporte y libros.
“El Señor te exaltará ante los hombres, cuando te pongas a Su disposición con humildad y obediencia” 

Wednesday, February 05, 2014

Apesar de los errores


Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, estaba de mal humor. Te regañé porque estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furiosa te levanté por los cabellos y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato.
Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo sólo te advertí que no te portaras mal.

Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, porque parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar en la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí te indiqué que caminaras erguido.
Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furiosa porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto.
Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado un poco y tuve el deseo de bajar para hacerte una caricia, pero no pude. ¿Cómo podía una madre, después de hacer tal escena, mostrarse cariñoso y arrepentido?
Luego escuché unos golpecitos en la puerta. "Adelante" dije adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir? ¿Vienes a despedirte? No contestaste. Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente. Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana, mamita" me dijiste.
¿Qué es lo que estaba haciendo? ¿Por qué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como si fueras una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual. Tú tenías unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobre todo, sabías demostrar amor.
¿Por qué a mi me costaba tanto trabajo? ¿Por qué tenía el hábito de estar siempre enojada? ¿Qué es lo que me estaba ocurriendo? Yo también había sido niña. ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme?
Después de un rato entré en tu habitación y encendí una lámpara con cuidado, tú dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé. Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel, pero tú seguiste durmiendo. Me puse de rodillas y te pedí perdón en silencio. Te cubrí cuidadosamente y salí de la habitación.
“Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, espero que te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida”

Tuesday, February 04, 2014

Suegra y nuera ღ¸.•*¨✿

Una joven llamada Lili se casó y se fue a vivir con su marido y su suegra. Después de un tiempo, no se entendía con ella; sus personalidades eran muy diferentes y Lili fue irritándose con los hábitos de su suegra, por lo que los problemas fueron agravándose.
Los meses pasaron, y las discusiones, eran cada vez más fuertes. De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo, pero Lili, al no soportarla, decidió tomar una decisión y visitar a un amigo de su padre.
Después de oírla, él tomó un paquete de hierbas y le dijo: –No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Deberás darle varias hierbas que irán envenenando lentamente. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas. Recuerda: Tienes que seguir todas mis instrucciones al pie de la letra.
Lili respondió: –Sí, Sr. Huang, haré todo lo que me pida, y regresó para comenzar el proyecto de asesinar a su suegra.
Pasaron las semanas y cada dos días, Lili servía una comida especialmente tratada a su suegra.
Siempre recordaba lo que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su temperamento; obedecía a la suegra y la trataba como si fuese su propia madre.
Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Lili había controlado su temperamento y casi nunca la aborrecía. En esos meses, no había tenido ni una discusión con su suegra, que ahora parecía mucho más amable y más fácil de lidiar con ella. Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija.
Un día Lili fue nuevamente en procura del Sr. Huang, para pedirle ayuda y le dijo: –Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra, ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di.
El Sr. Huang sonrió y le dijo: –Lili no tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que tu empezaste a darle.
La mayor parte de las veces recibiremos de las otras personas lo que les damos por eso acuérdate siempre:
«Ya que la cosecha es segura, tengamos cuidado con lo que sembramos»

Monday, February 03, 2014

Un hombre y una mujer





La Mujer, el más sublime de los ideales.

El hombre tiene la supremacía...
la Mujer, la preferencia.

La supremacía significa fuerza...
la preferencia representa el derecho.

El hombre es un código...
la Mujer, un evangelio.

El código corrige...
el evangelio perfecciona.

El hombre es la estructura del templo...
la Mujer, el espíritu que lo llena.

El hombre es el águila que vuela...
la Mujer, el ruiseñor que canta.

Volar es dominar el espacio...
cantar es conquistar el alma.

El hombre tiene un farol, la conciencia...
la Mujer tiene la estrella, la esperanza.

El farol guía...
la esperanza salva.

El hombre está colocado donde termina la tierra...
la Mujer, donde comienza el cielo.


 




















El verdadero silenció


Sólo los que sufren conocen el verdadero silencio. Para ellos, todo son simplemente gestos, bocas que ríen sin carcajadas, la tristeza de una lágrima, o las marcas del dolor. Un montón de sensaciones vacías, sordas que sólo perduran en los gestos... 

Una cabeza que se gira, un movimiento repentino, es el testimonio del ruido, del “sordo ruido” que sólo nosotros oímos…

Vivir en esa ausencia de sonido nos ha hecho perspicaces, sensibles y muy conscientes de las actitudes y los gestos de quienes nos rodean. Porque esos signos vitales, nos ayudan a sobrevivir... 

Sólo los que sufrimos conocemos el verdadero y profundo silencio.

Es como estar en un oscuro túnel y empezar a andar hacia esa pequeña luz que nos parece apreciar a lo lejos, aunque no estemos seguros de alcanzarla... 

Gracias a Dios la imaginación es nuestra aliada, ella pone voces y diálogos en la muda televisión, es ella quien pone ritmo al movimiento de los bailarines. ¿Qué sería de nosotros sin ella... 

La contemplación nos ha hecho agudos, a través de los gestos de los rostros y de algunos movimientos, sabemos cuál es la naturaleza de las situaciones, compartimos las penas, compartimos las alegrías... 

Finalmente, el silencio es nuestro aliado, aprendemos a convivir con él y a disimularlo... 

Sólo los que sufren saben el verdadero significado y riquezas del silencio... 

Sigue siendo aquel oscuro túnel de siempre, pero llega el momento en el que, poco a poco y en medio de la oscuridad, crece en nosotros esa esperanza que nos susurra al oído: “Algún día la vas a alcanzar” 

Osvaldo L. Palladino (sordo)














Rosas rojas

Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de orgullosa al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la miraba de lejos.

A su lado siempre había un sapo grande y oscuro, por eso nadie se acercaba a verla. Indignada ante su descubrimiento, ordenó al sapo que se fuera de inmediato.
   
Está bien, si eso es lo que quieres, me iré, dijo el sapo. Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al verla totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.
Se acercó y le dijo: ¿Qué te pasa?, realmente te veo mal.
Y la rosa le explicó lo que ocurría: No entiendo lo que ocurre, pero desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día y nunca pude volver a ser igual.
-Claro, contestó el sapo, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.
Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más valiosos, mejores que ellos, o simplemente porque pensamos que no nos "sirven" para nada. 
Pero Dios no hace a nadie para que esté de sobras en este mundo, todos tenemos algo que aprender de los demás y algo que enseñar.
“Posiblemente aquellos a quienes ignoramos o menospreciamos, sean a los que sin darnos cuenta, más necesitamos”

Sunday, February 02, 2014

El amor de un padre

El día que mi hija nació, sinceramente, no sentí gran alegría. ¡Yo quería un niño! En pocos meses me dejé cautivar por la sonrisa de mi Andreita y por la infinita inocencia de su mirada fija y penetrante. Fue entonces cuando empecé a amarla con locura. Su carita y su mirada no se apartaban ni por un instante de mis pensamientos, la veía en cada niña, todo mi mundo, era ella.

Una tarde, mi familia y la de mi amigo Raúl fuimos de picnic a la orilla de un río que había muy cerca de casa. De pronto la niña preguntó a su padre:

- Papi, cuando cumpla quince años ¿Cuál será mi regalo?

- Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que todavía falta mucho para que cumplas los quince?.

- Bueno papito, tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí.

Todos reímos con la ocurrencia de Andreita y seguimos disfrutando del picnic y hablando de otras cosas.

Pasó el tiempo y una mañana me encontré con Raúl frente al colegio donde estudiaba mi hija, que ya tenía catorce años. Le comenté con gran orgullo las excelentes calificaciones y los conmovedores comentarios que le habían escrito sus profesores.

Andreita ocupaba toda la alegría de la casa, en la mente, en el corazón de la familia, y especialmente en el de su papá.

Fue un domingo muy temprano que nos dirigíamos a la iglesia, cuando Andreita tropezó con algo, eso creíamos todos, y dio un traspié, su papá la sujetó de inmediato para que no cayera. Pero ya instalados en la iglesia, vimos cómo Andreita fue cayendo lentamente sobre el banco y perdió el conocimiento. La tomamos en brazos, mientras su papá buscaba un taxi para llevarla al hospital; Andreita estuvo en coma durante diez días y fue entonces cuando le informaron a Oscar que su hija padecía una grave enfermedad que afectaba seriamente su corazón. Le dijeron que no era algo definitivo, y que debían esperar a practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.

Los días iban pasando, Oscar renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de Andreita. Una mañana Oscar se encontraba al lado de su hija, cuando ella le preguntó:

-¿Voy a morir, verdad? ¿Qué te dijeron los médicos?

- No mi amor, no vas a morir, Dios que es tan bueno no permitirá que pierda lo que más amo en mi vida, respondió el padre.

-Cuando alguien muere, ¿adonde va? Desde donde esté ¿podrá ver a su familia? ¿Sabes si se puede regresar? ... Preguntaba Andreita.

-Bueno hija... en verdad nadie ha regresado de allá a contar algo, pero si yo muriera, no te dejaría sola, estando en el más allá buscaría la manera de comunicarme contigo, si hiciera falta utilizaría el viento para venir a verte.

-¿Y cómo lo harías?

- No tengo la menor idea hijita, sólo sé que si algún día muero, sentirás que estoy contigo, cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día por la tarde, llamaron a Oscar, la situación era grave, su hija se estaba muriendo y necesitaban un corazón urgentemente, pues el de ella no resistiría más de quince o veinte días.

¿De donde sacar un corazón? ¿Como conseguir uno?.

Ese mismo mes, Andreita cumpliría quince años. Y por fin, ocurrió lo que parecía imposible, fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, una esperanza iluminó los ojos de todos, las cosas iban a cambiar.

El domingo Andreita ya estaba operada, todo salió como los médicos habían planeado. ¡Éxito total!

Sin embargo, Oscar no había vuelto por el hospital y Andreita lo extrañaba muchísimo, su mamá le decía que todo estaba bien y que su papá estaba trabajando para sostener la familia.

Andreita permaneció en el hospital durante quince días más, los médicos no habían querido dejarla ir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte, y así lo hicieron.

Precisamente el día de su cumpleaños, le dieron el alta médica, Andreita estaba feliz e ilusionada. Al llegar a casa todos se sentaron en el sofá y su mamá con los ojos llenos de lágrimas le entregó una carta de su padre:  "Andreita, hijita de mi corazón: Al momento de leer mi carta, ya debes tener quince años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa que me hicieron los médicos que te operaron. No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no estar a tu lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que me hiciste cuanto tenías diez añitos y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás haría por mi hija... Te regalo mi corazón, mi vida entera sin condición alguna, para que hagas con ella lo que quieras.  ¡¡Vive hija!!   ¡¡Te amo con todo mi corazón!!"

Andreita lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá; lloró como nadie lo ha hecho y susurró: “Papá, ahora puedo comprender cuánto me amabas. Yo también te amaba y aunque nunca te lo dije, ahora comprendo la importancia de decir "TE AMO", perdóname por haber guardado silencio tantas veces".

En ese instante las copas de los árboles se mecieron suavemente, cayeron algunas hojas y una suave brisa acarició las mejillas de Andreita, ella entre sollozos, sonrió, alzó la mirada al cielo, secó las lagrimas de su rostro, se levantó y emprendió regreso a su hogar.

Nuestros hijos son lo más hermoso que podemos tener.

Ámales, dedícales tus mejores momentos.

No descargues tus frustraciones sobre ellos ni les pongas en medio de discusiones o situaciones de tensión.

Cada día, a cada instante exprésales tu amor de diferentes maneras, y diles que los amas, aunque te cueste.

El abecedario de dios


Eran obreros del barrio más pobre de Río de Janeiro los que se habían reunido aquella noche con un solo propósito: Celebrar la Navidad.

La fe, siempre está viva en el corazón de los hombres, dijo el sacerdote, cuando de pronto se vio interrumpido.
Con pasos firmes, llegó frente el altar y dijo gritando…
A, B, C, D,..
Era un niño el que perturbaba la solemnidad del oficio. Los asistentes se pusieron algo molestos, pero el niño insistió…
A, B, C, D,...
-¡Silencio! - dijo el párroco

El niño pareció despertarse de un trance y miró temeroso a su alrededor, mientras su rostro enrojecía de vergüenza.
-¿Qué haces? -¿No ves que interrumpes nuestras oraciones?

El niño bajó la cabeza y unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas...

-¿Dónde está tu madre? - preguntó el sacerdote. ¿No te ha enseñado a escuchar en silencio?
Con la cabeza baja el niño respondió: Perdóneme padre, pero yo no he aprendido a orar. He crecido en la calle, sin padre ni madre. Hoy es Navidad y tenía necesidad de conversar con Dios, pero no sé cómo hacerlo, por eso sólo digo las letras que yo sé. He pensado que allá arriba, ÉL podría tomar esas letras y formar las palabras y las frases que más le gusten.
El niño avergonzado se levantó y dijo: Perdónenme, ya me voy, no quiero molestar a las personas que saben tan bien cómo comunicarse con Dios.

-Ven conmigo, le respondió el sacerdote y tomando al niño por la mano lo condujo al altar. Después se dirigió a los fieles, invitándolos a orar una plegaria muy especial.
-Vamos a dejar que Dios escriba lo que ÉL desea oír. Cada letra que digamos, corresponderá a un momento del año, en el que logramos alguna meta, o en el que luchamos con coraje para alcanzar un sueño, o simplemente a una oración sin palabras. Le pediremos que ponga en orden las letras de nuestra vida. Vamos a pedirle con todo nuestro corazón que esas letras le permitan crear las palabras y las frases que a ÉL le agraden.
Con los ojos cerrados, el sacerdote se puso a orar y toda la gente repitió:
A, B, C, D,...
“Dios no elige personas capacitadas, Él capacita a los elegidos”
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Claro de luna


¿Quién de nosotros no ha experimentado nunca dolor, confusión, angustia...?
¿Quién no ha pensado en algún momento de la vida en abandonar y tirar la toalla?
¿Quién no se ha sentido sólo en algún momento de la vida, y ha tenido la sensación de haber perdido toda esperanza?

Nadie, ni las personas famosas e importantes, están libres de pasar por momentos de soledad y de profunda tristeza.
Eso fue lo que le ocurrió a uno de los más reconocidos compositores de todos los tiempos, Ludwig Van Beethoven.

Un día Beethoven se sintió triste y deprimido, parecía que su vida no tuviera sentido.
Acababa de fallecer el príncipe de Alemania, que llegó a ser como un padre para él y eso le entristeció hasta la depresión.

El joven compositor había padecido durante toda su infancia y adolescencia de una gran carencia afectiva.
Su padre era alcohólico y le maltrató física y psicológicamente hasta que falleció tirado en un callejón. 
Su madre había fallecido muy joven.
Su hermano mayor nunca le ayudó en nada, y por si fuera poco Beethoven empeoró de su enfermedad dramáticamente y los síntomas de sordera, comenzaban a perturbarlo y le empujaban hacia la irritación, la ira y la agresividad.
Solamente podía oír usando una especie de trompetilla acústica que se colocaba en el oído, siempre llevaba consigo un papel o un cuaderno, para que las personas escribiesen sus ideas y así poder comunicarse.

Viendo que nadie lo entendía, ni lo ayudaba, Beethoven se encerró en sí mismo y se aisló ganándose por ese motivo una fama de arisco y solitario.
Fue por todas estas razones, que el compositor cayó en una profunda depresión y llegó a escribir un testamento, donde entre otras cosas decía que se iba a suicidar.

En el peor momento de su vida, donde las terribles circunstancias que le rodeaban parecían eternas, Dios le trajo consuelo a través de una joven ciega, que vivía en la misma pensión, con la que conversaba sobre las penurias de la vida y esta le dijo: “Yo lo daría todo por ver una noche de luna llena”

Al oírla, Beethoven se emocionó profundamente y se dio cuenta que él podía ver y poseía  un gran talento musical. De pronto sintió que sus penas y lamentos se transformaban en alegría y ánimo que no era capaz de entender, fue entonces que compuso una de las obras más hermosas y famosas de todos los tiempos, la sonata “Claro de Luna”

Algunos estudiosos de música dicen que las iniciales de las tres notas que se repiten, insistentemente, en el tema principal del 1er. movimiento de la Sonata, en alemán, son las tres sílabas de la palabra “why”  (¿por qué?).
Usando su sensibilidad, Beethoven retrató a través de la melodía, la belleza de una noche bañada por la claridad de la luna, para alguien que no podía ver con los ojos físicos, pero que lo había ayudado a él, a mirar la vida con los ojos del alma.
Todo gracias a aquella muchacha ciega, que le inspiró el deseo de plasmar en notas musicales, una noche de luna...
Años después de haber superado el sufrimiento, llegaría el incomparable "Himno a la Alegría",  la 9ª sinfonía, que corona la misión de este compositor, que por aquel tiempo ya estaba totalmente sordo.
El Himno a la Alegría expresa su gratitud a la vida y a Dios, por no haberse suicidado”