Saturday, September 19, 2015

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Quédate aquí

Quédate aquí,


–dijo la mujer, aparentando dulzura, aquí vas a estar muy bien.
Verás correr a los perritos y te vas a divertir mucho. A continuación puso una bolsa con pañales a su lado y una nota escrita que decía: «Me llamo John King y padezco de Alzheimer», y desapareció, abandonando al anciano en una pista de carreras de perros.
La que abandonó al anciano era Sue Gifford, una mujer de cuarenta y un años de edad y el anciano abandonado era su propio padre, de ochenta y dos años, y víctima de Alzheimer.
Para librarse de la carga que significa esa enfermedad, la hija lo llevó a una pista de carreras de perros y lo abandonó en su silla de ruedas. El juez la condenó a seis años de prisión.
Este caso, que apareció en uno de los periódicos de Estados Unidos, conmovió a toda una comunidad. Se sabe que la enfermedad de Alzheimer es dolorosa. Deja a la persona totalmente inhabilitada y no puede valerse por sí misma. Es un caso patético del ser humano que ha perdido lo mejor de si.
No obstante, hay una ley universal que descansa sobre el ser humano: «Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre. Así podrán vivir muchos años en el país que les voy a dar» Éxodo 20:12.
Este es el quinto mandamiento del decálogo de Moisés. Abandonar a los padres ancianos por cualquier causa que sea y especialmente si es sólo por quitarnos de encima el estorbo que ellos representan, es el colmo de la ingratitud y el desprecio.
Hay excelentes establecimientos especializados para prestar la debida atención a los ancianos.
Muchos hijos, con sabiduría y cariño, internan allí a sus progenitores, porque se les hace imposible convivir con ellos. Pero no los abandonan, siguen en el corazón de cada hijo, se toman el tiempo de estar con ellos demostrando preocupación y ternura.
Sin embargo, cuando se da el caso de hijos que no tienen la facilidad de internar a sus padres en lugares como esos, tiene que ponerse en juego otros recursos. Aquí es donde entra un amor muy especial y un cariño único.
El mandamiento de honrar a los padres viene de Dios. También viene de Dios, para quien lo desee, la inspiración, la paciencia y la determinación de proceder conforme a los eternos y justos mandamientos divinos.

Thursday, September 17, 2015

Mirar con los ojos del corazón

¡Qué diferente sería nuestro mundo si mirásemos con los ojos del corazón! 

Si así lo hiciésemos, nos daríamos cuenta de las cosas que suceden a nuestro alrededor y normalmente no vemos, quizás nuestros rencores del pasado serían suavizados por nuestra forma de ser, y todo lo veríamos desde otra perspectiva, con mucho más bondad, incluso para quien tanto daño nos hizo.

Si mirásemos con los ojos del corazónquizás aún estaríamos bien con aquella persona que dijo ser amiga y que nos falló, o estaríamos mejor en la relación con nuestras familias. ¡Quizás incluso estaríamos dispuestos a conceder segundas oportunidades!
 
Muchas veces vamos por la calle creyendo ver, pero realmente no vemos nada, sólo lo que está frente nosotros. Caminamos sin percatarnos de nadie, salvo que nos tropecemos con una persona. No acostumbramos a mirar y observar a la gente, salvo que sea para echar una miradita a ver qué llevan puesto. Eso es mirar con los ojos, porque cuando tus ojos se posan sobre el niño que mendiga o el anciano que no puede cruzar la calle solo, y le ayudas, estás mirando con el corazón.

Si nos detuviésemos unos minutos en el diario trajín de nuestra vida, quizás hasta seríamos más felices, los recuerdos no nos dolerían tanto y los rencores se nos apocarían porque nuestra luz interior sería mucho más resplandeciente que el oscuro resentimiento, ese que debe estar lejos de nuestra vida, que no nos hace nada bien y contamina el maravilloso mundo que tenemos ante nuestros ojos.
 
Al pensar en nuestro sufrimiento y en lo que cuesta levantarnos de una decepción, siempre estamos pensando en nosotros mismos. Nos sumergimos tanto en nuestras propias penas y tristezas que creemos que nadie sufre más que nosotros.
Y no es así, hay personas que no tienen nada,hombres que se fueron dejando tirada a una mujer con sus hijos y viceversa. También están aquellas personas que no saben lo que es el descanso, que no saben estar enfermos porque eso es un lujo que no se puede permitir y que aun así da gracias por tener lo poco y nada que tienen.

Personas que saben acariciar a sus hijos con amor y abnegación, quizás no vistan a la última moda y desconocen lo que es vivir en cama caliente cuando el frío azota el cuerpo. 

También está el niño que mendiga una moneda, y cuando se lo das te devuelve una sonrisa, es que te miró con su corazón; no vio lo que llevabas, sólo vio tu bondad y generosidad. A su vez, tú te sentiste muy bien. Eso es mirar con ojos verdaderos, las cosas más sencillas del mundo son las que más alegrías aportarán a tu vida.
 
Nunca es tarde para aprender a volver empezar, para hacer las cosas de otro modo al que lo hicimos hasta ahora; tampoco es tarde para comprender que aún nos podemos mirar al espejo y sonreír por despertar sanos y contentos; no es demasiado tarde para comprender que todo lo podemos superar,que por muy grande que sea la tristeza de nuestro corazón, somos plenamente capaces de revertir las situaciones que nos son adversas.
 
Cada año y cada mes de nuestras vidas, 
siempre habrá pérdidas y ganancias de toda índole. 
Sepamos enfrentar todo sin rencor, sin rabia, 
aprender el lenguaje secreto de nuestro corazón, 
ese que te dice como son las cosas, ese que presiente, 
que siente y vive dentro de ti.
 

Depende de cada cual, de si queremos mirar la vida con ojos de la indiferencia, o con ojos llenos de bondad. De cada uno de nosotros depende cambiar el rumbo a nuestras vidas y a los que nos rodean. Sólo tú puedes cambiar tu propia vida, y puedes hacerlo para beneficio de otras vidas.

La triste realidad es que por nuestra indiferencia, por no querer cambiar, nuestros rencores viven eternamente en nuestro interior, trayéndonos lo malo, la envidia, el desear lo que otros tienen, los pensamientos negativos, que muy pronto cambiarían…
¡Si tan sólo por un minuto, mirársenos con los ojos del corazón!
 

No seamos indiferentes ante la vida, ante la pobreza y la desolación de nuestras amigas o familias… No nos envenenemos con malos pensamientos.

Si caminas por la vida y en tu tristeza miras la vida con indiferencia absoluta, detente y piensa cómo sería tu vida si en tus manos estuviera el poder cambiar el mundo. No se puede, ¿verdad?

Pero si aportamos un granito de amor hacia todas las personas, este mundo no sería lo que es, seríamos diferentes, entenderíamos que no lo podemos cambiar pero que sí podemos cambiar nuestra propia vida, hacer bien las cosas sin la indiferencia de la persona a la que nada le importa.
 

Cada día al despertar,
por más dolor que la vida te de,
devuelve una sonrisa 
y acaricia tu corazón 
que te hace la gran persona que eres.



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