Sunday, January 05, 2014

Al morir me dejastes sola con mis hijos




La muerte de un miembro de nuestra familia deja una huella de dolor que es muy difícil recorrer.
Sin embargo, por nuestros hijos, hay que seguir adelante.
Nadie escapa de la muerte, es parte de la vida…
Nos guste o no, es una escalera de dolor que debemos subir.
Por eso, aunque se nos vaya parte de nuestra vida,
necesitamos aceptarlo y saber explicarlo a los nuestros.
Aunque parezca duro, siempre es bueno dejar todas las cosas claras,  y seguir viviendo, haciendo frente a este triste suceso.

Hoy quiero escribir sobre un tema algo triste, algo fuerte: la muerte del esposo. Ese suceso que llena de dolor a toda la familia, pero más que nada llena de pesar a los hijos, que aún siendo menores se quedan solos ante el mundo, se quedan con una madre que no sabe qué hacer, con unos abuelos que están tan llenos de dolor y con tanta edad que no saben cómo actuar.
La vida va muy de prisa, y por lo general, los matrimonios no se preparan para algo tan normal como es el morir. Cuando sucede, dejan todo hecho un caos en la familia: no hay seguros médicos, no hay herencias, no hay patrimonio familiar y mucho menos un hogar estable donde puedan seguir su vida con normalidad, sin carecer de lo más esencial.
La muerte se lo lleva todo
Cuando menos se lo esperan, la muerte se ha llevado al padre, a la estabilidad, a la armonía… Se lleva todo, dejando a los pequeñitos  a merced de los demás. Y es que los niños, los más inocentes, son quienes más sufren la ausencia del padre.
Ahora bien, ¿qué se debe hacer al respecto?


¿Cómo salir adelante sin el hombre de la casa?
¿A quién se puede acudir para salir adelante sabiendo que aquél padre que era el pilar del hogar ya no está?
Ahí es donde viene la discordancia entre la familia. La madre se queda con la responsabilidad de sacar adelante a los niños, con la ayuda de los abuelos, que tienen que tomar la responsabilidad de apoyarla, de velar por esos niños que van a crecer sin el amor del padre, sin la economía que antes tenían.
Pero el tiempo será el que determine cómo crecerán y cómo vivirán, porque ya no tendrán a su padre para guiarles por el buen camino. Esa falta se notará más cuando el hijo sea un adolescente.
¡Cuántas mujeres hay en el mundo que han pasado por esto, que han perdido al pilar del hogar y han tenido que recurrir a trabajar arduamente para sacar adelante a sus niños que han quedado huérfanos de padre…!
La mujer, por ser quien es, puede salir adelante por sí misma.
¡La mujer es fuerte, la mujer es grande! ¡La mujer puede!
A pesar del dolor y de la soledad, la madre tiene la capacidad de salir adelante con sus hijos, a fuerza de tesón y constancia, y sobre todo de mucho empeño y trabajo.
Ser madre es ser capaz.

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